Creatividad, disidencia y mujeres

Nawal El Saadawi

Escritora, Egipto

En Egipto, el apellido paterno confiere honor y derechos legales, mientras que el materno queda olvidado o bien resulta una deshonra. Éste es sólo un ejemplo de la falta de visibilidad y participación ciudadana de las mujeres en el país, que se extiende a toda la región del Sur del Mediterráneo. En el caso de Egipto, las mujeres se han visto forzadas en las últimas décadas, a causa del auge del poder político islámico, a ser invisibles físicamente (mediante el velo) y socialmente (mediante la obligación de quedarse en casa). La Asociación de Mujeres Egipcias lucha desde hace tiempo para desvelar la mente y organizarse en colectividad con el fin de resistir la opresión del sistema. Así, la lucha resulta efectiva gracias a dos valores que se inculcan a las mujeres: creatividad y disidencia.

Luchar contra la invisibilidad del nombre materno

Una escritora egipcia fue objeto de un duro ataque después de que publicara un artículo en un semanario egipcio (Rosalyoussef, 18 de marzo de 2006) y lo firmara empleando tanto su apellido materno como paterno.

En su artículo se preguntaba: «¿Por qué debo llevar sólo el apellido de mi padre Helmy? ¿Por qué el apellido de mi madre Nawal es invisible? ¿Por qué en Egipto celebramos el Día de la Madre el 21 de marzo mientras se olvidan los derechos de las madres en las familias, en la sociedad y en el estado? El Día de la Madre, la radio y la televisión cantan que el amor materno es el mayor de los amores, que el paraíso se halla bajo los pies de las madres, y hacemos regalos a nuestras madres, como un frasco de perfume, un robot de cocina, un aspirador y otras cosas por el estilo; pero yo –proseguía– decidí hacerle un regalo mucho más valioso: hacer su nombre visible como el de mi padre».

La sociedad egipcia jamás había oído semejante cosa. Los nombres de las madres han quedado enterrados en la historia ya desde el pecado cometido por nuestra madre Eva. Aunque Adán también comió del Árbol de la Ciencia, al igual que Eva, éste se convirtió en un profeta inocente, mientras que el nombre de Eva ni siquiera se menciona en el Corán. Sólo se alude a ella como «la mujer de Adán». En la Biblia sí se la cita por su nombre, Eva, pero sólo para maldecirla como pecadora.

En muchos países occidentales los hijos llevan sólo el apellido paterno, mientras que las mujeres pasar a adoptar el de sus maridos. Sin embargo, gracias a la lucha de las feministas, hoy hay mujeres que ya no llevan el apellido de sus maridos y que, tras su matrimonio, prefieren conservar los apellidos de sus padres.

En Egipto conservamos el apellido paterno tras el matrimonio, puesto que sólo el apellido del padre confiere honor y derechos legales a los hijos. Dado que el apellido de la madre carece de valor y de honor, si un niño no tiene padre y lleva únicamente el apellido de su madre se convierte en ilegítimo, carente de derechos sociales o morales, y llevará ese estigma de por vida. En otras palabras, se le considerará un hijo de puta.

Los niños sin apellido paterno no son aceptados en nuestra sociedad, viven una vida que es casi una muerte, sin derechos humanos, ni siquiera derechos animales, puesto que los perros, los gatos y el resto de los animales domésticos reciben más honores, están mejor alimentados y mejor cuidados que esos hijos ilegítimos que llevan el apellido de la madre.

La escritora egipcia Mona Helmy, que decidió honrar su apellido materno el Día de la Madre llevándolo junto al paterno, no sólo fue acusada por la mayoría de hombres y mujeres de ir contra el islam y contra el código moral, sino también de fomentar la libertad sexual de las mujeres. Sólo unos pocos hombres y mujeres la respaldaron, e incluso algunos de ellos decidieron colocar el apellido de su madre junto al de su padre.

 Yo estuve entre quienes la respaldaron, y decidí llevar el apellido de mi madre, Zaynab, junto al de mi padre. De hecho, en mi infancia solía enfadarme cuando mi profesor de primaria me tachaba el apellido materno y me ordenaba que utilizara sólo el paterno.

Proseguiremos esta lucha hasta que el apellido de nuestras madres se haga visible, legal y honorable, exactamente tal como ocurre con el de nuestros padres. Hay personas que piensan que esta batalla no es importante, y que no conducirá a la liberación de las mujeres en Egipto ni incrementará su participación ciudadana. Sin embargo, sí es importante, puesto que ayudará a las madres a sentir que tienen los mismos honores y derechos que los padres. Equivale a eliminar un importante símbolo de patriarcado y de patrilinealidad.

Creatividad y disidencia

En las tres últimas décadas, con el creciente poder político de los grupos islámicos en Egipto, las mujeres se han visto forzadas a llevar de nuevo el velo y a considerar que su papel en la vida está en el hogar, con la familia, bajo la autoridad absoluta de los hombres.

 El velo en las mujeres significa que éstas deben ser invisibles físicamente, mientras que la obligación de quedarse en casa significa que deben ser invisibles socialmente. Ambos son instrumentos orientados a disminuir su participación ciudadana.

 En la Constitución egipcia, las mujeres solteras son ciudadanas iguales a sus colegas los hombres y se rigen sólo por las leyes estatales; pero las madres y esposas permanecen bajo la autoridad tanto de los maridos como del Estado. Todas las leyes de Egipto son seculares excepto la ley de familia, que tiene un carácter religioso y se basa en el apellido paterno como símbolo de su dominio, del patriarcado.

Ya viva en un sistema patriarcal occidental (cristiano) u oriental (islámico), la mujer creativa tiene que ser disidente. De hecho, a las mujeres se las considera inferiores a los hombres en las tres religiones monoteístas, pero en Occidente las organizaciones feministas han ayudado a incrementar tanto los derechos personales y políticos de las mujeres como su participación ciudadana. Pese a ello, siguen estando lejos de sus objetivos, puesto que no pueden liberarse realmente en el marco de una sociedad capitalista patriarcal, sea moderna o posmoderna.

En términos generales, las mujeres de todos los países siguen luchando por sus derechos humanos, ya que la mayoría de las organizaciones de derechos humanos no incluyen los de las mujeres en sus programas. No se las considera, pues, tan humanas como a los hombres.

Ser creativo significa ser sensible a las paradojas y a las injusticias, estar en contra de la explotación de clase y la opresión patriarcal, oponerse a cualquier clase de discriminación entre personas por su raza, clase, sexo, religión, color, credo o nacionalidad, etc.

Ser creativo significa luchar por la libertad, la justicia, la igualdad, el amor y la paz. Significa alzarse contra la guerra, contra la agresión colonial y neocolonial, y contra la explotación de las personas.

Pero para ser una mujer creativa hay que librar dos batallas: la batalla contra la discriminación de clase y, además, la batalla contra el patriarcado. Las mujeres soportan aquí una doble carga, exactamente igual a la doble carga que se inflige a las mujeres que trabajan fuera y dentro de casa.

La creatividad conduce a la disidencia

En nuestra sociedad, las mujeres tienen que luchar por ser visibles físicamente y para tener un papel, pero también para llevar su apellido, su propio apellido, en lugar del de su marido, el de su padre o el de su abuelo.

Llevar el propio apellido es importante como símbolo de la propia existencia. Sin un nombre, la gente no existe. Si un autor no firma su libro con su propio nombre, es como si no fuera autor del libro.

 Se nos conoce por nuestro nombre. Sin un nombre no se puede tener un papel visible en la sociedad. Sin embargo, no cabe duda de que una mujer puede trabajar de manera invisible como madre, sin un nombre y sin que se le pague por ello.

Visibilidad y participación ciudadana

La Virgen Madre perdió su nombre en la historia. Recibió al Espíritu Santo, pero fue ella sola la que dio a luz a Jesucristo. Del mismo modo, las diosas del antiguo Egipto desaparecieron en la historia, mientras que el nombre del Dios masculino dominó el mundo tanto en Oriente como en Occidente. Se inició el sistema patriarcal de clases, y el trabajo de las mujeres se hizo invisible, no reconocido en las estadísticas ni en loa informes oficiales.

Su participación ciudadana no era necesaria excepto en las crisis militares o económicas, en la guerra o cuando sus hombres o el Estado las necesitaban para trabajar fuera de casa. Se educa a las mujeres para sacrificar su vida por otros, para ser recompensadas sólo en el Paraíso después de su muerte.

En Egipto nos queda todavía un largo camino por recorrer para ser independientes como país y como mujeres. No podemos alcanzar la visibilidad y la plena participación ciudadana sin la plena independencia tanto en el ámbito familiar como en los demás: nacional, local y global.

Hemos de luchar en todas las áreas: personal, política, económica, sexual, social, religiosa, cultural, educativa, familiar, mediática, histórica, filosófica y demás. Y aunque con los años hemos obtenido algunos derechos a pesar de las reacciones en contra, seguimos luchando por una mayor visibilidad y participación ciudadana.

¿Qué entendemos por participación ciudadana?

Participación ciudadana significa, en nuestra opinión, participación democrática activa en lo político, lo económico, lo social, lo cultural y todos los demás ámbitos de la vida. No puede lograrse la plena participación ciudadana sin democracia. Y no hay verdadera democracia sin la plena participación de las mujeres en todos los aspectos de la vida pública.

 La democracia no es sólo política, no tiene que ver únicamente con las elecciones y con la existencia de varios partidos (como ocurre con el pluralismo y el liberalismo). La democracia se relaciona tanto con la vida pública como con la privada, así como con los aspectos económico, educativo, religioso, emocional y sexual de la vida.

Asimismo, la democracia o la verdadera participación ciudadana no pueden imponerse por decreto presidencial, o por decisiones que emanen del poder dominante en el país, como es el caso de Egipto y de otros países regidos por una dictadura. Del mismo modo, la democracia no puede alcanzarse bajo la ocupación militar extranjera o mediante el control político o económico a manos de potencias coloniales o neocoloniales, como revelan los ejemplos de Irak, Palestina, Afganistán, etc.

Disidencia y lucha

Ser disidente significa luchar, liberarse uno mismo y a otros miembros de la propia familia, de la propia comunidad, local y globalmente. En este sentido, no podemos separar el ámbito global del local, por lo que podríamos calificar nuestra lucha de «glocal».

Necesitamos conocimiento y pasión, libertad y amor. Hemos de desmitificar esas hermosas palabras que utilizan la clase dominante y el poder patriarcal para engañar y explotar a las mujeres, además de a los pobres.

Así, por ejemplo, la palabra «feminidad» parece muy hermosa, como lo es la palabra «belleza». Pero al amparo de tales palabras se oprime a las mujeres, considerándolas meros cuerpos que han de resultar atractivos a los hombres, a las que hay que desnudar para servir al mercado libre o cubrir con el velo pretextando falsas razones morales o religiosas.

Hoy, en Egipto, las mujeres son víctimas tanto de la islamización como de la americanización de la sociedad. Así, puede verse a mujeres jóvenes con la cabeza cubierta por un velo al tiempo que llevan tejanos ajustados a la moda que dejan a la vista parte del vientre. Actualmente el velo está de moda entre las mujeres de todas las clases, y las mujeres ricas incluso adornan sus velos con joyas, combinándolo con brillantes pendientes, un profuso maquillaje, pestañas artificiales y zapatos de tacón.

Pero es el velo de la mente el que resulta más peligroso de todos, puesto que es invisible. El sistema educativo y los medios de comunicación colaboran para velar la mente de mujeres y hombres; y aunque se trata de un problema universal, resulta más grave en nuestros países.

El precio que pagan las mujeres creativas disidentes

En nuestra asociación de mujeres, en Egipto, tenemos dos eslóganes principales: desvelar la mente y organizarse. No podemos resistir colectivamente a la opresión sin organizarnos, sin poder político. En ese sentido, el poder colectivo de las mujeres para resistir tiene que desempeñar un papel, puesto que se educa a las mujeres para temer al poder, para parecer débiles, dóciles o femeninas, y tampoco han experimentado la creación de organizaciones políticas por sí mismas, ya que creen que la política es un ámbito que pertenece a los hombres. Cuando son socialmente activas, se limitan a participar en organizaciones sociales de carácter voluntario que proporcionan servicios sanitarios o de alfabetización.

En algunos países se desincentiva la posibilidad de que las mujeres creen sus propios partidos políticos. En el caso concreto de Egipto, la Ley de Asociaciones (o la Ley de Sociedades Civiles) impide que los miembros de éstas traten de política o de religión. Nuestra asociación de mujeres (la filial egipcia de la Asociación de Mujeres Árabes) fue prohibida y clausurada por el gobierno en mayo de 1991, bajo la acusación de tener un carácter político, debido a que nos habíamos manifestado en contra de la guerra del Golfo.

Nos calificaron de «disidentes» porque éramos independientes del gobierno en nuestra forma de pensar. Se suponía que éramos una organización no gubernamental (ONG), pero lo cierto es que en Egipto resulta casi imposible ser una verdadera ONG. El gobierno controla todas las organizaciones, sean gubernamentales o no.

Para ser creativo hace falta libertad y verdadera democracia. Pero en nuestros países se castiga a las personas disidentes creativas: algunas van a la cárcel, otras pierden su trabajo, otras más se ven obligadas a exiliarse. Para las mujeres, el castigo es doble o triple: las castigan tanto el Estado como sus maridos o los hombres de su familia. También es posible que afronten un divorcio o que pierdan sus derechos como madres o esposas. A ojos de la opinión pública, las mujeres pueden ser despojadas de su buena reputación o de su feminidad, y ser consideradas hombrunas, extravagantes o incluso mentalmente enfermas.

Pero la lucha continúa

Hemos puesto en marcha una nueva organización, que denominamos Ithad Nisaa Misr (Asociación de Mujeres Egipcias). Algunos de nuestros miembros son creativos y disidentes. Respaldan la idea de llevar los apellidos maternos junto a los paternos. Se trata de mujeres y hombres conscientes de que el patriarcado se basa en el nombre del padre, garantizando a los hombres la poligamia y la promiscuidad sexual, mientras que las mujeres han de ser monógamas.

Esta doble moral se heredó de la esclavitud (el sistema patriarcal de clase) a fin de que pudiera conocerse la paternidad. En consecuencia, en Egipto no se castiga a los hombres si tienen hijos fuera del matrimonio: es al hijo al que se castiga junto con su madre. Dado que sus padres tienen el derecho de privar a esos hijos de su apellido, se convierten en ilegítimos.

Según la ley, pueden ser legítimos si llevan el apellido de algún hombre (el llamado «padre imaginario»), mientras que los que llevan el de la madre quedan deshonrados para el resto de su vida.

Nuestro nuevo grupo tiene otros proyectos, pero éste se halla entre los más creativos y los más disidentes. Algunos escritores y miembros de los medios de comunicación nos han insultado, y asimismo se nos ha acusado de corrupción y herejía. Pese a ello, estamos decididos a seguir llevando los apellidos de nuestras madres y a afirmar que para nosotros es un gran honor hacerlo.

Hemos creado una página web para nuestro grupo (www.ithadnisamisr.org), así como una revista digital en la que firmamos con nuestros nuevos nombres. Por cierto: mi apellido materno es Zaynab, y mi nuevo nombre es, pues, Nawal Zaynab El Saadawi.