La importancia estratégica de la región mediterránea se ha demostrado a lo largo de la historia y sigue siendo visible actualmente. Ello implica a la vez oportunidades y retos que hay que abordar colectivamente y desde una perspectiva regional. La cooperación es el único mecanismo que permitirá a las dos orillas del Mediterráneo potenciar su desarrollo económico y social sin abandonar el imperativo de la sostenibilidad. La Unión por Mediterráneo, con sede en Barcelona, facilita y promueve el diálogo regional y lleva a cabo proyectos concretos para optimizar a un tiempo el desarrollo económico y las prácticas sostenibles. En el ámbito de la seguridad energética, la Unión por el Mediterráneo ha trabajado por la integración de los mercados de la energía, estimulando medidas energéticas eficientes y apoyando las cadenas de valor locales..
El historiador australiano Geoffrey Blainey afirmaba en uno de sus libros que «ninguna extensión de agua ejerció una influencia tan poderosa en el auge de mundo de hoy como el Mediterráneo. Sin ese mar y sus peculiares cualidades e inusual posición, la vida política, económica, cultural y social del mundo habría virado en otra dirección». Sin lugar a dudas, nuestra región mediterránea fue durante siglos el epicentro del mundo, y hoy, en el vigésimo aniversario del Proceso de Barcelona, sigue siendo una región rica y diversa llena de oportunidades y retos.
Hoy la cooperación regional entre los países mediterráneos resulta esencial para afrontar los retos comunes existentes y aprovechar al máximo las ocasiones que esta región ofrece. Las áreas de cooperación son enormemente diversas. En el actual contexto internacional, la cooperación en el ámbito de la energía no es solo una opción, sino una necesidad, y potencialmente una oportunidad para que las dos orillas del Mediterráneo potencien su desarrollo económico y social según criterios de sostenibilidad.
Aunque actualmente el petróleo y el gas todavía siguen siendo las principales fuentes de energía, las energías renovables y la eficiencia energética ofrecen una oportunidad única para que los países reduzcan su vulnerabilidad en términos de seguridad energética —la cual ocupa un lugar prioritario en la agenda política internacional—, creando resistencia climática en nuestras sociedades y potenciando la transición a nuevos modelos de desarrollo sostenibles. El despliegue de energías renovables y de medidas de eficiencia energética aporta una serie de beneficios para los países importadores netos así como para los exportadores netos, incluyendo transferencias tecnológicas, empleos cualificados y potencial de atracción de la inversión privada. Y ello sin mencionar el impacto directo en la reducción de los riesgos de perturbaciones debidas a inestabilidades económicas, técnicas o políticas, y los riesgos de la dependencia de los mercados del petróleo.
La seguridad energética y la estabilidad en la región son dos cuestiones clave, íntimamente relacionadas. La urgencia de abordar los efectos del cambio climático y su estrecha conexión con otras vulnerabilidades de la región, a saber, la escasez de agua, la seguridad alimentaria, el desarrollo urbano y la resistencia a los acontecimientos meteorológicos extremos, ha acentuado aún más la necesidad de abordar las cuestiones energéticas desde un planteamiento regional e integral.
En este contexto, la Unión por el Mediterráneo, una organización intergubernamental nacida en 2008, proporciona un foro privilegiado para reforzar la cooperación en la región mediterránea, con el apoyo de sus 43 estados miembros y otras partes interesadas relevantes. A través de su Secretaría, con sede en Barcelona, la Unión por el Mediterráneo actúa como una plataforma única para facilitar y promover el diálogo y la cooperación regional, además de concretar proyectos regionales con el objetivo último de fomentar la integración y el desarrollo social y económico de la región mediterránea. Entre sus ámbitos de cooperación, la Secretaría de la Unión para el Mediterráneo tiene el mandato de trabajar en el despliegue y la promoción de la energía renovable, la eficiencia energética y el cambio climático, que se consideran áreas prioritarias clave.
Los elementos sobre el terreno que permiten y activan esta cooperación tan esencial son principalmente la proximidad geográfica, las complementariedades existentes entre los países de la Unión por el Mediterráneo, los retos comunes que hay que afrontar y las interdependencias económicas entre las dos orillas del Mediterráneo. La mejora de la cooperación proporciona un alto valor añadido a las economías, dado que reduce los costes de inversión; proporciona a los mercados el tamaño crítico para aumentar las inversiones, y representa una oportunidad para que la región pase a ser un actor más activo en el nuevo paradigma económico.
Es evidente, pues, que el necesario planteamiento integral solo puede desarrollarse a través de un diálogo estructurado entre todos los actores relevantes de la región, permitiendo el intercambio de experiencias y la identificación de iniciativas concretas para alcanzar objetivos comunes, creando sinergias entre un sistema complejo de estructuras y programas diversos y reforzando las colaboraciones estratégicas con otras instituciones internacionales y regionales que compartan los mismos objetivos.
Respetando los principios de inclusividad y geometría variable, la Secretaría de la Unión por el Mediterráneo ha podido progresar en la identificación de prioridades y líneas de acción regionales, centrándose en aquellos intereses comunes en los que la cooperación regional puede tener un valor añadido. Avanzar hacia la integración de los mercados energéticos, promover medidas de eficiencia energética y apoyar las cadenas de valor locales y la creación de empleo son algunas de las principales prioridades acordadas por nuestros estados miembros. Paralelamente, se está haciendo un importante esfuerzo para adaptar los instrumentos financieros a estos intereses centrales, al tiempo que se eliminan los obstáculos al pleno apalancamiento de la inversión privada, un aspecto clave para el despliegue de las energías renovables, como muestra claramente el proyecto del Parque Eólico de Tafila, en Jordania. Tafila abre nuevas vías a los proyectos de energía renovable en el Mediterráneo, lo cual tiene un elevado efecto demostrativo transfronterizo en las crecientes oportunidades de negocio de la región y proporciona un modelo de buenas prácticas.
La agenda internacional seguirá viéndose configurada en los próximos años por la necesidad de avanzar hacia modelos energéticos más seguros y sostenibles en la región, en relación tanto con la demanda como con la oferta. Los retos que nos aguardan requieren planteamientos comunes, estrategias claras y objetivos políticos traducidos en un conjunto de acciones articuladas, secuenciadas e integradas. Solo cooperando y uniendo esfuerzos se lograrán resultados fructíferos. Quedarse al margen ya no es una opción.