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Co-edition with Estudios de Política Exterior

Conexiones magrebíes del terrorismo ‘yihadista’ en España
La nueva extensión de Al Qaeda en el Magreb agrava la amenaza para los ciudadanos y los intereses españoles.
Fernando Reinares
Los actores individuales del terrorismo yihadista en España son principalmente extranjeros de origen magrebí, sobre todo marroquíes y argelinos, si bien el número de españoles nacidos en esa región es crecientemente significativo. Asimismo, las células y redes que dentro del territorio español desarrollan actividades relacionadas con esta violencia de inspiración religiosa estaban frecuentemente ligadas al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) o al argelino Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), entre otros. Ahora pasan a estar vinculadas con la nueva extensión regional de Al Qaeda para el Magreb. El redimensionamiento del terrorismo yihadista en el cercano entorno norteafricano que esto implica acrecienta las amenazas para ciudadanos e intereses españoles, dentro y fuera de sus propias fronteras nacionales. ¿De qué actores individuales y colectivos hablamos? ¿Cuáles son las conexiones magrebíes susceptibles de aumentar esa amenaza?
Sujetos magrebíes del terrorismo
Entre el otoño de 2001, tras los atentados del 11 de septiembre en la costa este de Estados Unidos y la aparición, apenas iniciado 2007, de Al Qaeda en el Magreb Islámico, que pronto empezaría a reclamar la autoría de sus propias acciones cruentas, ingresaron en centros penitenciarios españoles 228 personas detenidas por su implicación en actividades de terrorismo yihadista. Pues bien, una amplia mayoría de ellas proceden del Magreb. En concreto, un 77,7% del total, para ser más exactos, 178 personas, de las cuales solo dos son mujeres.
Es probable que tan abrumador predominio de varones refleje en parte la composición demográfica de la inmigración norteafricana en España, en parte la existencia de normas culturales de los países donde han nacido o, bien pueden ser sobre todo, actitudes y patrones de conducta inherentes a una subcultura neosalafista. Hasta un 76,8% de esos detenidos en España por delitos relacionados con el terrorismo yihadistapertenecen a cohortes de nacidos entre mediados los años sesenta y finales de los setenta.
Es decir, se trata de individuos adscritos a generaciones que alcanzaron la adolescencia, en tanto que estadio crítico de la vida respecto a los procesos de socialización política, entre, por una parte, cuando triunfaba la revolución iraní o se iniciaba el conflicto afgano y, por otra parte, cuando el ejército soviético era derrotado por los muyahidin y estallaban las contiendas civiles en Bosnia o la propia Argelia, no sin trayectorias terroristas en unos u otros casos. Siete de cada 10 de esos detenidos tenían entre 25 y 39 años. Cerca de un 10% estaba casado, a menudo con mujeres de nacionalidad española. Solo 20, es decir apenas un 11,4% de esos magrebíes presos en España a lo largo de aquellos seis años tienen nacionalidad española.
Los demás son extranjeros que, por lo común, se habían establecido en el país durante las pasadas dos décadas o, en algunos casos, transitaban con cierta asiduidad por su territorio. Un 51,1% había nacido en Marruecos, un 40,4% en Argelia, un 7,9% en Ceuta y Melilla, mientras que apenas el 0,6% era de Túnez. No hay constancia de que entre los extranjeros detenidos en España como sospechosos de actividades de terrorismo yihadista hubiese alguien con ascendencia libia.
Marroquíes, argelinos y españoles
Que cinco de cada 10 de esos magrebíes sean originarios de Marruecos es un dato que se encuentra en consonancia con la proximidad a la península Ibérica de dicho país. Los inmigrantes marroquíes, estimados en cerca de 470.000 según el padrón municipal de 2005, son el contingente más numeroso de entre los llegados a España desde el mundo árabe e islámico. Ahora bien, al menos seis de cada 10 de los marroquíes detenidos y encarcelados en España por su implicación en actividades de terrorismo yihadistaproceden de las ciudades situadas más al norte de su país y, por tanto, más próximas a las costas españolas del Sur.
Así, por ejemplo, algo más de un tercio ha nacido en Tánger, donde se han detectado importantes nichos de radicalización neosalafista y son asimismo significativos los originarios de Nador. Llama la atención que los nacidos en Argelia se encuentren tan sobrerrepresentados entre los magrebíes internados en centros penitenciarios españoles por sus relaciones con tramas de terrorismo yihadista, respecto al contingente de población de su mismo país residente en España, que de acuerdo con el Padrón de 2005 sería unas 10 veces inferior en número al de los inmigrantes marroquíes.
A buen seguro que eso se explica como resultado de la prolongada difusión, en la ribera europea del Mediterráneo y más allá, incluyendo España, de individuos y redes ligadas en el pasado a grupos armados de orientación islamista que han desarrollado campañas de terrorismo en Argelia desde el inicio de los años noventa. Un tercio de estos argelinos proviene en concreto de Argel, siendo asimismo significativa la presencia de nacidos en Chlef, Orán y Tizi Uzu. Entre los individuos de origen magrebí que ingresaron en prisión por decisión judicial en España desde 2001 hasta 2006 hay una reducida pero creciente proporción de nacidos en Ceuta y Melilla.
Ahora bien, solo uno es originario de Melilla en tanto que los otros 13 proceden de Ceuta, habiendo sido la mayoría enviados a prisión en los dos últimos años y la mitad de todos ellos tras una operación policial realizada a finales de 2006. Su número equivale en buena medida al del total de ciudadanos españoles que hay entre los encarcelados a lo largo de los últimos seis años por actividades relacionadas con el terrorismo yihadista en España, sumando una media docena de marroquíes que adquirieron la nacionalidad española antes de ser detenidos y procesados penalmente.
Grupos y organizaciones magrebíes
Pese a que en su mayoría son extranjeros que se encontraban en España como inmigrantes, el 70% de los magrebíes detenidos disponían de las pertinentes autorizaciones para residir y trabajar en el país; es decir un 30% estaba en situación administrativa irregular en el momento de su detención. Aunque parece registrarse una mayor diversidad de la que a menudo se da por descontado, en conjunto predominan entre ellos tanto niveles educativos bajos como categorías ocupacionales de escasa o nula cualificación laboral.
No menos del 60% podría haber sido delincuente común antes de su detención por delitos de terrorismo y no menos del 20% habría estado ya en la cárcel por delitos distintos al terrorismo. En España, esos individuos han tendido a domiciliarse en Cataluña y la Comunidad de Madrid, con agregados del 30,6% y del 28,7%, respectivamente, para el periodo que discurre entre 2001 y 2006. Destacan asimismo la Comunidad Valenciana con el 13,4% y Andalucía con el 9,6%, además de Ceuta, con un 7%. Madrid, Barcelona, Alicante, Gerona, Ceuta, Valencia y Málaga son, por su parte, las provincias en las que aquellas personas han establecido más frecuentemente su residencia o en cuyas demarcaciones han sido detenidas.
Esto indica una acusada disposición a ubicarse a lo largo del litoral mediterráneo, tránsito natural desde el Magreb occidental hacia la Europa transpirenaica, con numerosas comunidades musulmanas en cuyo seno mimetizarse y una estructura económica que facilita la absorción de mano de obra inmigrante. Los numerosos individuos de origen magrebí detenidos en España y enviados a prisión por actividades de terrorismo yihadista en los últimos seis años estaban relacionados con distintos grupos y entramados, de variable articulación y composición interna, inmersos de uno u otro modo en el movimiento del yihadglobal que tiene en Al Qaeda su núcleo originario y matriz permanente de referencia.
En unas ocasiones se trataba de células vinculadas con el propio núcleo decisorio de esa estructura terrorista. En otras, de organizaciones bien desarrolladas, como el GSPC o las que han ido perdiendo la suficiente consistencia formal, como el GICM. Además, no son pocos los individuos de entre aquellos que han mantenido múltiples vínculos con esas y otras entidades como los autodenominados Mártires por Marruecos, el presentado como Grupo de Protectores de la Corriente Salafista o, en un sentido ya más genérico y abarcador, Salafia Yihadia.
Efectos de la sinergia terrorista
En buena medida, los individuos y las células relacionados directa o indirectamente con el GSPC, el GICM y otras redes afines, que vienen desarrollando actividades terroristas en España, han estado dedicados a la planificación de atentados en el territorio nacional, la captación de personas, la movilización de recursos económicos y la facilitación de operaciones emprendidas, tanto dentro como fuera del país, por elementos de aquellas entidades yihadistas o de otras relacionadas con ellas, como Ansar al Islam o Al Qaeda en Irak.
En los últimos cuatro años, docenas o quizá ya unos centenares de jóvenes a veces todavía adolescentes, y de adultos aún no suficientemente entrados en años, han sido reclutados dentro de las colectividades musulmanas establecidas en España. En algunos casos, para trasladarlos luego a perpetrar atentados en determinadas zonas de conflicto armado como Irak, Afganistán o Chechenia. Otras veces, para enviarlos al desierto del Sahel, donde el GSPC disponía de campos móviles tanto de adoctrinamiento como de adiestramiento en el uso de armas y explosivos.
Estos datos básicos sobre individuos, grupos y entramados relacionados con el terrorismo internacional en España, así como la proximidad geográfica entre los países de la ribera sur mediterránea y la península Ibérica, que en buena medida explica aquellas evidencias, son fundamentales para interpretar el previsible impacto que un redimensionamiento de las tramas yihadistas en el Magreb puede tener sobre la seguridad interior de España, al igual que de Francia o Italia, por ejemplo. Es en estas tres naciones donde las redes norteafricanas de los grupos armados argelinos primero y del terrorismo global después se extendieron con especial notoriedad en el pasado. Pero ocurre que un redimensionamiento como ese está teniendo ya lugar en aquella región geopolítica del mundo. Y es que, como es sabido, el GSPC ha culminado recientemente su proceso de internacionalización, pasando de ser una entidad afiliada con Al Qaeda a fusionarse con dicha estructura terrorista para convertirse en una extensión regional de la misma e incluso cambiar de nombre para denominarse ahora Al Qaeda del Magreb Islámico.
Es un arreglo de mutua conveniencia con implicaciones para la evolución del terrorismo global tanto en el Magreb como al Sur, Este y Norte de ese ámbito. El GSPC adquiere una cobertura que favorecerá su acceso a recursos económicos y humanos, compensando así la relativa debilidad en que se encontraba tras numerosas operaciones contraterroristas desarrolladas durante los últimos años en el norte de África y también en Europa occidental. Al Qaeda dispone por fin de una plataforma para introducirse en el Magreb y el Sahel, así como mayor ascendencia sobre redes argelinas y en general norteafricanas diseminadas en algunas naciones europeas, incluida España. Además, la incorporación del GSPC a Al Qaeda y la aparición de Al Qaeda en el Magreb Islámico conllevan un efecto de sinergia que incide sobre la amenaza norteafricana del terrorismo yihadista, asimismo con consecuencias para España. Se está produciendo ya una absorción efectiva de grupos menos articulados y células o redes independientes existentes tanto en el Magreb como en territorio europeo.
Al Andalus como pretexto de ‘yihad’
Acontecimientos como los recientes atentados en Argel o Casablanca revelan cambios en el modus operandi del terrorismo yihadista en el Magreb, que está adaptando sus pautas de acción al estilo habitual de Al Qaeda. Pero esos incidentes también pueden interpretarse como preludio de una serie de atentados que la extensión regional de dicha estructura terrorista planea llevar a cabo en países norteafricanos y de la Europa meridional, incluida España.
En febrero de este año, Ayman al Zawahiri emitió un mensaje en el que, tras referirse a la evolución del movimiento del yihadglobal en el Magreb y mostrar su respaldo a los “leones” que batallan en esos denominados márgenes occidentales del Islam, añadió: “pido a Alá que os conceda que mantengáis vuestros pies firmes para obedecerle y que os conceda su ayuda y su victoria, y así liberéis el Magreb islámico e icéis el estandarte del yihad para que ondee victorioso sobre su tierra, y que Alá os conceda el favor de pisar pronto con vuestros pies puros sobre el usurpado Al Andalus”. Más aún, la idea de recuperar violentamente Al Andalus ha permeado ya el discurso de las redes norteafricanas del terrorismo yihadista.
En un comunicado fechado el 9 de enero de 2007, a poco de anunciar el cambio en su denominación por la de Al Qaeda del Magreb Islámico, el GSPC se pronunciaba así: “abrazamos el yihad para cumplir con un precepto divino ineludible que se nos impuso desde la caída de Al Andalus y la venta de Palestina, y desde que nos dividieron las fronteras que inventaron los invasores”. Algo después, en páginas de Internet de orientación yihadista aparecieron proclamas y amenazas del autodenominado Grupo para la Liberación de Al Andalus, compuesto por elementos argelinos y marroquíes anteriormente vinculados con el GSPC. En el comunicado con que Al Qaeda en el Magreb Islámico reclamó la autoría de los atentados múltiples perpetrados en Argel el 11 de abril, la organización reitera como propósito “liberar la tierra del Islam, desde Jerusalén hasta Al Andalus”.
La renovada amenaza terrorista que supone Al Qaeda en el Magreb Islámico se cierne, en suma, sobre ciudadanos e intereses españoles en Marruecos, Argelia y también Túnez, así como más al sur de estos países. Pero igualmente se trata de una amenaza en los confines del propio territorio nacional. En el caso español, se relaciona especialmente con lo que el propio Al Zawahiri, en otro comunicado hecho público en diciembre de 2006, definía como la “ocupación española de Ceuta y Melilla”. Diríase que con estas palabras estaba demarcando una zona de conflicto y proporcionando justificaciones de yihad belicoso con previsibles consecuencias terroristas. Si bien el tema de Ceuta y Melilla resonaba ya desde hace tiempo en la narrativa de grupos y organizaciones marroquíes de orientación yihadista.