Conclusiones y enseñanzas para la Fundación Euromediterránea Anna Lindh

Katarina Stigwall

National Museums of World Culture

En este mundo nuestro, directamente influido por la globalización, las fronteras se debilitan día  a día y la cooperación se hace esencial para nuestro trabajo. El primer Foro Anna Lindh, que ha tenido lugar en Barcelona en 2010, con la participación de 1.000 representantes de 500 organizaciones de la sociedad civil de los 43 países que constituyen la Unión por el Mediterráneo, hizo hincapié en la importancia de la cultura, la voz de la gente corriente y la degradación ecológica, que constituye un gran desafío para la humanidad. Los participantes en el Foro pidieron dos cosas a la Fundación Anna Lindh: por una parte, una problematización de las cuestiones, entre las que se incluye la diversidad, que nos permite entender el contexto real del mundo, y por otra parte, el refuerzo de las ONG, lo que implica apoyar a sus miembros en términos de coordinación, comunicación y documentación de los proyectos actuales y pasados. En el Foro también se definió la futura agenda, poniendo un especial énfasis en la formación no formal, sobre todo para los jóvenes.    


El primer Foro Anna Lindh, que tuvo lugar en Barcelona del 4 al 7 de marzo de 2010, reunió más de 1.000 participantes de 500 organizaciones. Los propios participantes se encargaron del contenido de las conferencias, presentaciones, talleres, proyecciones y exposiciones. El Foro 2010 ha sido la mayor iniciativa que hasta ahora se ha llevado a cabo para organizaciones pertenecientes a los 43 países miembros de la Fundación.

Valores

Los valores compartidos en el Foro son fundamentales para las actividades de los participantes y deben ser también los principios rectores de la Fundación Anna Lindh.

  • El primero de dichos valores es el contexto.

El contexto se puede encontrar en la terminología: La Fundación tiene que ser un contrapeso crítico para parte de la terminología que los medios de comunicación utilizan con demasiada frecuencia, como «terrorismo», «choque» o «conflicto». La Fundación también debe procurar que detrás de su propia terminología haya un contenido real, a fin de que no pierdan fuerza palabras esenciales como «diálogo intercultural» y «coexistencia». El contexto también tiene que ver con la voz: la Fundación debe hacer posible que se oiga la voz de la gente corriente, las voces de sus miembros. Nadie puede exponer sus argumentos mejor que ellos mismos, y el papel de la Fundación es hacer que se oigan, no hablar en su lugar. Los debates en el Foro giraron también en torno a la importancia de la diversificación: la Fundación Anna Lindh debe procurar ofrecer una amplia variedad de fuentes de conocimiento para posibilitar perspectivas distintas. No basta con escuchar sólo la voz que hable más alto; necesitamos buscar las historias ocultas y los relatos alternativos a fin de reflejar la complejidad de cada tema.

Por último, los participantes en el Foro pidieron que se procediera a una problematización: la Fundación necesita formular preguntas y ver la unicidad de cada uno de sus miembros. Sí, buscamos un terreno común, pero también debemos ver la diversidad y dejar que ésta nos enriquezca. Si nunca cuestionamos lo que vemos, nunca nos acercaremos lo suficiente para conocer el contexto real.

  • El segundo valor es la cultura.

La cultura es, por su naturaleza, un valor fundamental de la Fundación Anna Lindh, y en todas las sesiones del Foro se trató en sus distintas acepciones. Como concepto, la cultura, para mantenerse dinámica, necesita que la redefinan y reestudien. Debemos considerar la cultura en su acepción más amplia: no limitada a las bellas artes, la tradición o el patrimonio. La Fundación define la cultura como «identidad», y como tal debe incluir:

La espiritualidad: Los valores religiosos y espirituales son esenciales para las personas, y se deben tener en cuenta cuando hablamos de diálogo intercultural.

Las dimensiones sociales: La cultura es un reflejo de valores sociales, económicos y políticos, fundamentales para definir de dónde venimos y quiénes somos. Ninguno de estos aspectos está aislado, y todos ellos contribuyen a nuestras perspectivas y percepciones.

La igualdad: La igualdad cultural es fundamental para las actividades de la Fundación. Pero demasiado a menudo tenemos un concepto excesivamente restringido de la igualdad, limitada al género o a lo étnico. Los participantes en el Foro van más allá de esa igualdad visible y se fijan también en otros factores, como la edad, la sexualidad o la clase social.

La sostenibilidad ecológica: En este valor hay que hacer especial hincapié; gran parte del contenido del Foro giró en torno a este tema, nuevo para el contenido de la agenda de la Fundación Anna Lindh. Es hora de reestudiar la importancia del medio ambiente e incluir una perspectiva de sostenibilidad en la definición de cultura. La degradación ecológica es el mayor desafío de la humanidad, va más allá de todas nuestras diferencias y nos concierne a todos. Afectará a todos los puntos de nuestro programa, y la única manera de cambiar las cosas es hacerlo todos juntos. En este sentido, para la Fundación se trata del problema más importante y debe ocupar un lugar prioritario en nuestra agenda como elemento fundamental del diálogo intercultural. 

  • El tercer valor es estructura.

Si la Fundación Anna Lindh debe cumplir su ambición de lograr una comunicación eficaz, el diálogo debe ser objeto de cierta revisión estructural:

Nacionalidad versus regionalidad: La Fundación tiende a centrarse en la nacionalidad y a dividirse en categorías de países. Ello es natural dada la naturaleza de sus miembros, pero se debe hacer cada vez más hincapié en la regionalidad, que se abre a nuevas posibilidades y a una interpretación más dinámica de la globalización. Las fronteras nacionales se están debilitando, y necesitamos ser más flexibles ante los diferentes tipos de cooperación. 

Horizontal y vertical: La Fundación debe operar tanto en sentido horizontal como vertical. Tradicionalmente, esto se podría haber aplicado desde un punto de vista geográfico con un planteamiento «Norte-Sur», pero según las voces del Foro, los miembros buscan una cooperación horizontal entre las ONG, y una cooperación en sentido vertical entre las ONG y los responsables políticos.  

Futura agenda

Una de las principales funciones de la Fundación Anna Lindh en el futuro debe ser la formación. Ésta ya ocupa un lugar prioritario en la agenda, pero las organizaciones miembros sugieren una formación en un sentido menos tradicional:

No formal: La formación proporcionada por la Fundación debe ser inclusiva, y tiene que constituir un añadido y un contrapeso de la educación tradicional. La mayoría de propuestas de proyectos y buenas prácticas presentadas en el Foro se centran en la formación no formal, a menudo basada en el voluntariado y en iniciativas en red, donde se comparten competencias. Se pide a la Fundación Anna Lindh que apoye dichas iniciativas.

Intergeneracional: Antes, la Fundación se centraba casi exclusivamente en los jóvenes. No obstante, el aprendizaje trasmitido entre generaciones tiene un valor, tanto en cuanto a eficacia como a impacto. Para cumplir la ambición de cambiar el modo en que nos vemos unos a otros y convivimos, debemos dirigirnos a varias generaciones a la vez.

El mismo principio se aplica a la formación de toda la cadena de producción. El impacto será mucho mayor si no formamos sólo a estudiantes, sino también a profesores. No sólo a periodistas, sino también a editores, y no sólo a ONG sino también a responsables políticos. Se pide a la Fundación que amplíe el tipo de destinatarios de sus estrategias de formación y se dirija a más grupos.

La segunda función que los participantes desean que desempeñe la Fundación es el refuerzo de las ONG. Las ONG son esenciales para las actividades de la Fundación; las redes están formadas principalmente por ONG, que son las que realizan el trabajo. La Fundación puede ayudar mediante:

Coordinación: Coordinando actos, programas y proyectos en las regiones euromediterráneas de tal manera que se promuevan sinergias. Entre las casi 3.000 organizaciones miembros habrá unos lazos y conexiones que la Fundación puede ayudar a identificar. Ello constituirá un apoyo para las ONG, potenciará sus redes y añadirá credibilidad a los eventos en curso. 

Documentación y seguimiento: Se pide a la Fundación que desempeñe un papel más destacado en la documentación de los actuales proyectos y en la evaluación de iniciativas. Mediante un cuidadoso seguimiento, será más fácil identificar las buenas prácticas; los miembros solicitan un mejor acceso a anteriores experiencias. Ello incrementará la calidad de los futuros proyectos e impedirá repeticiones.

Una estrategia temática: Se pide a la Fundación que se centre menos en la geografía y otras categorías de cooperación, y que fomente más oportunidades de trabajo temático. Seguro que reunir a la gente en torno a un tema común tiene un impacto mayor que los meros intercambios bilaterales. Esta estrategia propicia toda una serie de nuevas posibilidades, como encuentros de profesores, activistas medioambientales o periodistas.

Apoyo en pequeña escala: Muchas de las propuestas de proyectos y buenas prácticas son de poca envergadura, pero tienen un impacto sorprendente. No todos los proyectos apoyados por la Fundación tienen por qué ser grandes iniciativas; los miembros piden que se mantengan las subvenciones pequeñas: si se trabaja sobre el terreno, incluso los aportes simbólicos pueden resultar muy útiles y contribuir también al estímulo y la participación.

Canales de comunicación: Para potenciar a las ONG, se pide a la Fundación que haga más eficaz su comunicación y que incluya el uso de redes sociales, cuyo alcance sólo hemos empezado a explorar. Ello también favorece las oportunidades para un diálogo más sostenible desde el punto de vista ecológico, con aulas virtuales e intercambio de información sin huella de carbono.

Tras poner de relieve los principales valores y expectativas expresados en el primer Foro Anna Lindh, celebrado en 2010, es evidente que la necesidad de cooperación en la región euromediterránea es mayor que nunca. La Fundación Anna Lindh puede desempeñar un papel único en dicha cooperación. Las sesiones de Barcelona han marcado un hito en el diálogo intercultural, con resultados tan ricos y diversos como la propia Fundación.