Balance desigual de las revueltas árabes

“Hay que enseñar democracia en el colegio, aprender qué es la diversidad, la diferencia y la identidad. No nos convertimos en demócratas por orden de alguien, sino porque sabemos cómo funciona este régimen político”.

ENTREVISTA con Tahar Ben Jelloun por Senén Florensa

El escritor francomarroquí Tahar Ben Jelloun, cuyo trabajo fue reconocido con el Premio Goncourt en 1987, es miembro de la prestigiosa Académie Goncourt y es el autor francófono contemporáneo más traducido del mundo. Su compromiso contra el racismo en Francia y sus ensayos de valor pedagógico lo han convertido en un intelectual comprometido. Por otra parte, Tahar Ben Jelloun no ha dejado de tender puentes entre Europa y el norte de África, al mantener unos estrechos vínculos con su país de origen, Marruecos. AFKAR/IDEAS ha tenido el privilegio de conversar con este reconocido observador de las evoluciones sociales y políticas a un lado y a otro del Mediterráneo.

AFKAR/IDEAS: En 2011, publicaba ‘La primavera árabe’ y ‘A fuego vivo’, un ensayo sobre las revoluciones en el mundo árabe y un relato que reconstruye los días que precedieron a la inmolación de Mohamed Bouazizi, respectivamente. Tres años después del inicio de las revoluciones, ¿piensa usted que nos encontramos en una situación en la que el cambio ha restablecido finalmente el orden que prevalecía antes? ¿O, a pesar de todo, estos movimientos no han sido vanos?

TAHAR BEN JELLOUN: La respuesta es múltiple. Cuando se cumplen casi cuatro años del comienzo de las revueltas, el balance es muy desigual. Túnez es, a este respecto, el único rayo de esperanza en la región, gracias a la Constitución aprobada a principios de año. Aunque puede que siga habiendo agitación, el texto fundamental está ahí para perdurar en el tiempo. Es único por su carácter revolucionario en el mundo árabe y musulmán. Hay que señalar que el rey de Marruecos, Mohamed VI, pasó recientemente 10 días en Túnez porque ha entendido que este pequeño país podía servir de ejemplo para la región. Además, los pueblos ya no tienen miedo de luchar contra el orden dictatorial y de echarse a la calle para defender sus valores. Este proceso irreversible es un logro positivo. Los civiles pagaron un importante tributo en el transcurso de las manifestaciones, pero siguen reivindicando su derecho a vivir dignamente.

Los aspectos negativos no son definitivos. Los problemas que sufre Egipto son numerosos, y su demografía los agrava. El país vuelve a entroncar con su tradición militar, y ni los islamistas, ni los demócratas laicos se libran de la dura represión. La condena a 15 años de cárcel del bloguero Alaa Abdel Fattah la semana pasada demuestra que esta represión es excesiva. Se han confiscado todos los poderes y la condena a muerte de cientos de Hermanos Musulmanes se ha impuesto en unos juicios apresurados y faltos de rigor. EE UU ya no actúa y Egipto depende a partir de ahora de los petrodólares del Golfo. Sin embargo la revolución no se ha acabado. Por otra parte, el caso libio es una catástrofe porque las estructuras del Estado son inexistentes. Se impone la ley del más fuerte.

A/I: Por tanto, los resultados de estas revoluciones son diferentes, dependiendo de la realidad nacional. ¿Piensa que el proceso de democratización está suficientemente respaldado por unas nuevas clases políticas?

T.B.: La democracia es una obra en construcción. Es un valor que debe inculcarse en las mentalidades antes de llevarse a la práctica. En Marruecos, el proceso se inició hace 15 años, con la llegada de Mohamed VI, pero todavía no ha terminado. Seguimos aprendiendo los comportamientos democráticos, en los que el respeto a la persona es el denominador común. En el Parlamento marroquí los ataques personales no son infrecuentes, pero la opinión pública y la prensa están cada vez más sensibilizadas contra la difamación.

La democracia no puede existir si no se reconoce la especificidad de la persona. Sin embargo, para promover a la persona en las sociedades árabes, hay que dar muestras de pedagogía. Hay que enseñar democracia en la práctica en el colegio, enseñando a los niños qué es la diversidad, la diferencia y la identidad. No nos convertimos en demócratas por orden de alguien, sino porque conocemos cómo funciona este régimen político, estudiando especialmente la historia antigua y europea. Aunque la democracia haya nacido en Europa, no es incompatible con otras culturas. El sistema indio es un buen ejemplo de adopción y de adaptación de técnica.

En Túnez y Egipto, los islamistas han fracasado, han demostrado su incompetencia para dirigir un país

A/I: En lo que respecta a los partidos islamistas, ¿qué papel deberían desempeñar? ¿Es posible imaginar una democratización excluyendo a esos partidos, aunque representen, no obstante, a una parte importante de un electorado conservador y tradicional?

T.B.: Lo primero que se observa es que los islamistas han fracasado, tanto en Egipto como en Túnez. Han demostrado su incompetencia para dirigir un país. En Marruecos, hay islamistas en el gobierno, pero también lo comparten con ministros del Partido Comunista. Por tanto, el islamismo moderado puede encontrar su lugar en los órganos representativos, aunque el caso marroquí ilustra más bien la estrategia del rey de mantener la lealtad del conjunto de la clase política. En Túnez no es seguro que los islamistas obtengan mucho éxito en las próximas elecciones generales. Hoy, el islamismo radical sigue siendo la principal amenaza, tanto para Europa como para el norte de África. La organización de hordas de bárbaros en Siria dispuestos a matar a inocentes plantea graves problemas en materia de seguridad. El yihadismo es atractivo; más de un millar de marroquíes y 700 franceses combaten actualmente en Siria. El regreso de estos combatientes es preocupante, aunque no todos pasarán a la acción cometiendo actos terroristas. El atentado en Bruselas contra los turistas israelíes pone de manifiesto este riesgo.

A/I: ¿Cuál es el impulso psicológico íntimo de estos jóvenes que se marchan para hacer la yihad?

T.B.:Todo es posible. Puede que algunos se marchen atraídos por una ganancia material, se trata en este caso de mercenarios. Otros adoptan una ideología que mitifican al convertirla en una causa noble y superior. La miseria social causa estragos en los países árabes, como por ejemplo en los desatendidos barrios de chabolas en Marruecos. Los jóvenes que han tenido acceso a la educación se enfrentan a la imposibilidad de ascender socialmente. Por otra parte, en Europa, el problema es más de identidad que socioeconómico. Los reclutadores predican a jóvenes que desean dar un sentido a su vida. La mayor victoria de los yihadistas es haber conseguido transformar el instinto de vida en un instinto de muerte, y han logrado imponer el instinto de autodestrucción entre estos jóvenes. Los conversos mantienen a menudo el discurso más duro, y de buena fe. Es muy difícil hacerles emprender el camino contrario y luchar contra esta plaga.

A/I: ¿Cómo valora la reacción de Europa y de Occidente en general frente a la ‘Primavera Árabe’?

T.B.: La Primavera Árabe ha llegado en un momento en el que Europa atraviesa una grave crisis que provoca inseguridad. No deja de perder terreno en el mundo. Occidente no ha entendido los cambios en el mundo árabe, y con demasiada frecuencia se ha mostrado impotente frente a los cambios radicales que se producían a sus puertas. El caso sirio es sintomático de esta actitud. El uso por parte de Bashar al Assad de armas pesadas contra un pueblo desarmado y pacífico no le llevó a actuar. Sin embargo, tendría que haber intervenido rápidamente.

Europa retrocedió porque tuvo miedo de Rusia, que ha desempeñado un papel importante en el asunto sirio. Rusia ha logrado desacreditar la lucha democrática en Siria y restablecer la legitimidad del régimen con el acuerdo sobre la destrucción del arsenal de armas químicas. Además está la infiltración de los yihadistas, que le resulta útil a la visión del régimen. Lo que ocurre actualmente en Irak es a la vez una consecuencia directa de la guerra en Siria y de la intervención de EE UU en 2003. Los americanos deberían salvar hoy al pueblo iraquí. Los yihadistas amenazan Bagdad, pero también a todo Oriente Próximo.

A/I: ¿Qué opina de la evolución interna de la Unión Europea?

Europa ha retrocedido porque tiene miedo de Rusia, que ha jugado un papel importante en Siria

T.B.: Los europeos no logran ponerse de acuerdo para profundizar su unión, que cada vez está más cuestionada, como ponen de manifiesto los resultados de las elecciones de mayo. Francia negocia con Alemania y los demás países se ven obligados a seguirles. Los progresos en materia de política exterior todavía son escasos. Los dramas de Lampedusa han mostrado una Europa desunida, nadie ha acudido a ayudar a Italia. Las soluciones propuestas para solucionar los problemas migratorios se diseñan desde el punto de vista nacional.

La interpretación de los acuerdos de Schengen por parte de Francia para impedir que unos inmigrantes tunecinos cruzasen la frontera italiana en abril de 2011 es un buen ejemplo de esta tendencia. No existe una política global y Europa sigue siendo una idea que aún tiene que materializarse. En este contexto, la UE genera una visión negativa y repulsiva porque los ciudadanos la asocian con la circulación descontrolada de personas y con el euro, que encarece la vida. Pienso que, a pesar de todo, Europa acabará por hablar con una sola voz cuando entienda que redunda en su interés y que de ello depende su supervivencia en el concierto internacional.