Asociacionismo y ciudadanía en los jóvenes mediterráneos

Xavier Baró

Formador y consejero pedagógico del Consell Nacional de la Joventut de Catalunya

Con el presente artículo vamos a tratar de agregar algunos elementos de reflexión sobre la conexión entre el asociacionismo juvenil y el desarrollo de la ciudadanía desde la perspectiva de las organizaciones y el trabajo juvenil. Aun cuando es evidente que  hay importantes diferencias entre las realidades del área euromediterránea, también queremos resaltar algunos elementos comunes que se aprecian en el desarrollo de estrategias de cooperación entre entidades juveniles a nivel euromediterráneo. Así, desde el año 2004, el Consell Nacional de la Joventut de Catalunya ha consolidado su estrategia de cooperación con otros consejos de juventud del sur de Europa y con organizaciones juveniles de los países MEDA. Esta cooperación incluye elementos de encuentro, intercambio y formación entre líderes juveniles y educadores de estas organizaciones, así como la promoción de redes entre organizaciones que puedan crear consejos de juventud libres y democráticos.

Los consejos de juventud son plataformas independientes que unen de forma voluntaria organizaciones juveniles con perfiles y misión distintos, pero que cooperan en la consecución de objetivos comunes. Estos consejos también actúan frecuentemente como portavoces de los jóvenes en el diálogo con otras esferas de la sociedad civil y de las administraciones públicas. Es importante tener en cuenta estas estructuras, ya que ejemplifican cómo los jóvenes se organizan de forma voluntaria e independiente para crear oportunidades y ejercer activamente su ciudadanía.

Ciudadanía activa

Al hablar de ciudadanía, a menudo nos restringimos a los aspectos formales del término, es decir, sólo contemplamos sus aspectos legales. Si sólo contemplamos la parte formal del término “ciudadanía”, éste representaría únicamente los elementos relacionados con el ejercicio del derecho al voto cada cierto tiempo, el pago de impuestos y, en algunos países de la zona euromediterránea, el aprendizaje del himno nacional y el cumplimiento del servicio militar. Efectivamente, en varios países de nuestro entorno, las ideas de ciudadanía y patriotismo se confunden, y las organizaciones juveniles no son ajenas a esta interpretación. Sin embargo, si percibimos el término “ciudadanía” más allá de sus aspectos formales y legales y exploramos otras dimensiones, podremos entender mejor cuál es la correlación entre ciudadanía y asociacionismo juvenil.

Así, al romper el cerco formal, el concepto de ciudadanía se enriquece con distintas dimensiones que nos llevan a considerar elementos de construcción de identidad, sentidos de pertenencia a comunidades culturales, y valores de creación de espacios de diálogo no sólo de ciudadano a administración-estado, sino también de ciudadano a ciudadano. Así pues, la ciudadanía activa no se adquiere o se pierde en relación con un estado político, sino que se genera y se mantiene como proceso en diálogo permanente y proactivo con otros ciudadanos.

El asociacionismo como escuela de ciudadanía activa

La visión más generalizada sobre el asociacionismo y la ciudadanía dentro de nuestra sociedad pasa por entender la labor de las organizaciones juveniles como elemento importante dentro de la esfera juvenil y como preparación para la ciudadanía activa. Este enfoque de “escuela de futuro”, comúnmente aceptado desde las instituciones y la sociedad civil e incluso desde las mismas organizaciones juveniles, establece ciertas directrices, como la importancia de apoyar a las organizaciones juveniles en tanto que instrumentos fundamentales en el desarrollo de sociedades democráticas.

Evidentemente, esta interpretación presenta varias ventajas; la más importante es que el asociacionismo se manifiesta como una escuela de formación de ciudadanos, en el sentido formal del término, que varía según el sistema político de cada país. Así, en estados gobernados por sistemas totalitarios, esto equivale a establecer también un control y unas directivas claras sobre las organizaciones juveniles. En países de “trayectoria democrática en desarrollo”, esta interpretación también establece qué tipo de organizaciones van a ser toleradas y apoyadas, y cuáles no. En cuanto a los estados democráticos, éstos apoyan oficialmente el asociacionismo o, como mínimo, no interfieren en el trabajo de las organizaciones juveniles. En algunos casos existen incluso espacios para escuchar sugerencias e ideas que afecten a los jóvenes.

En la cooperación con las organizaciones de los países de nuestro entorno mediterráneo podemos observar claramente estas distintas gradaciones de interpretación de la ciudadanía y el asociacionismo juvenil. Pero aún podemos ir más lejos: a nuestro entender, el verdadero asociacionismo voluntario no es sólo una escuela de ciudadanía, sino que constituye en sí mismo un modo de ciudadanía activa.

Ciudadanía en acción

No cabe, pues, restringir el asociacionismo juvenil a su vertiente de escuela de la sociedad, ya que éste no consiste sólo en una preparación para el futuro. La promoción del asociacionismo, la participación activa en la sociedad, el encuentro con “el otro” y la creación de espacios de diálogo son quizá los mejores instrumentos para la construcción de una ciudadanía con espíritu crítico. Así, el asociacionismo juvenil, cuando es libre, voluntario y no manipulado, se convierte en una base para la construcción de esta ciudadanía, y es en sí mismo una parte esencial para el funcionamiento de la sociedad y un claro indicador de su salud democrática.

Elementos internos

La participación  voluntaria y democrática, la propuesta de iniciativas, la toma de decisiones y la asunción de responsabilidades son partes inherentes a los elementos internos de la vida asociativa. El desarrollo de estas capacidades desde un enfoque voluntario contribuye al ejercicio consciente de la ciudadanía activa. Estas actitudes y valores desarrollados los podemos intentar separar en actitudes de desarrollo personal, actitudes de desarrollo social y valores éticos aunque, como se verá, se trata de una separación más artificial que real ya que todos están muy interconectados.

Actitudes de Desarrollo personal

Autonomía y emancipación

Desarrolla las actitudes de elaboración de propuestas para resolver situaciones, proponer iniciativas y tomar decisiones.

Pensamiento / espíritu crítico

Desarrolla la capacidad de plantear preguntas ante situaciones impuestas, elaborar propuestas alternativas y abrir el abanico de posibilidades a la hora de afrontar distintos retos.

Curiosidad y apertura de miras

Mantiene la capacidad de generar cuestiones que parecen ya resueltas por otros y promueve la aceptación de distintas respuestas a un mismo fenómeno.

Creatividad

Fomenta la búsqueda de nuevas soluciones creativas e innovadoras a problemas que pueden ser antiguos o nuevos.

Actitudes de desarrollo social

Capacidad de comunicación

Desarrolla actitudes para expresar y comunicar ideas en grupos humanos de forma que se pueda establecer la comprensión del pensamiento propio.

Participación activa

Consiste en cuestionar, proponer iniciativas, establecer decisiones que nos afectan en tanto que miembros de una comunidad humana.

Espíritu democrático

Desarrolla las actitudes de escucha y aceptación de otras opiniones y propuestas colectivas, incluso cuando éstas no están necesariamente de acuerdo con la visión personal de la realidad.

Solidaridad

Introduce valores que promueven la visualización de los desequilibrios existentes y la búsqueda de soluciones para incrementar la justicia social.

Responsabilidad

Promueve la concienciación del propio rol, de las acciones desarrolladas y de su impacto en la comunidad. Invita a ser consciente y actuar, en consecuencia, como parte de la sociedad.

Transformación de conflictos

Desarrolla actitudes y experiencias relativas a la búsqueda de soluciones no violentas y la transformación de desacuerdos a nivel colectivo. Prepara también las bases para la paz y la no violencia.

Valores Éticos

Tolerancia y respeto por los demás

Ambos aspectos desarrollan valores de aceptación de la diferencia y lo diferente, además de resaltar la importancia de la consideración al otro, a sus ideas y a su cultura.

Dignidad humana

Promueve el reconocimiento de la dignidad de todo ser humano, la base sobre la que se asientan los derechos humanos. Desarrolla la comprensión, el respeto y la protección de la autoestima de la persona.

Aprendizaje intercultural

Junto a la tolerancia, el respeto y la dignidad humana, el aprendizaje intercultural aparece como un valor ético que promueve la comprensión de que pueden coexistir visiones distintas de la misma realidad. Incrementa también la tolerancia a la ambigüedad frente a la incertidumbre de las nuevas situaciones ante las que no hemos estado preparados.

Igualdad de género

Promueve los valores de igualdad y dignidad de todo ser humano sin que el género pueda constituir ningún impedimento para el desarrollo personal.

Elementos Externos

La ciudadanía también se ejerce de forma externa, ya que los objetivos y las acciones que se desarrollan desde el espacio asociativo tienen un impacto directo en las comunidades en que se sitúa este espacio, cuya visualización es muy clara a nivel comunitario y local. La participación de la sociedad civil y la conexión directa entre los objetivos y las acciones con las realidades locales son los elementos clave del éxito del asociacionismo juvenil. El impacto a nivel euromediterráneo no es tan claro, especialmente por la falta de un marco de apoyo generalizado al encuentro y el intercambio de buenas prácticas entre el  trabajo asociativo y de voluntariado de jóvenes de las dos orillas. Una vez más, el ejemplo de cooperación entre consejos de juventud da una oportunidad a este trabajo, ya de por sí complejo.

Conclusiones

Asociacionismo juvenil y ciudadanía están estrechamente ligados por elementos internos y externos. Desafortunadamente, en las comunidades mediterráneas, las asociaciones disponen, en general, de pocos espacios donde desarrollar la ciudadanía. Un primer paso para superar esta situación sería el reconocimiento de la experiencia que se adquiere mediante la participación activa en la sociedad desde el asociacionismo. Asimismo, también se tendría que reconocer la importancia del impacto que el asociacionismo juvenil voluntario tiene en las comunidades, esto es, superar la idea del asociacionismo sólo como escuela de ciudadanía y reconocer su importancia  en la construcción de sociedades democráticas.

Empezando por el reconocimiento formal de la relevancia del asociacionismo por parte de la sociedad civil, el sector privado y las instituciones públicas, el proceso debería llevar a la consecución de un verdadero diálogo entre estos actores que permitiera la plena participación ciudadana de los jóvenes en todos los ámbitos de la sociedad. En este proceso, por el que debe pasar el futuro del área mediterránea, las redes de organizaciones y los consejos de juventud autónomos y democráticos desempeñan un papel esencial en tanto que catalizadores de sinergias. Potenciarlos es crear ciudadanía.