Artesanas Emprendedoras

Soukeina Bouraoui

Directora ejecutiva del CAWTAR, Túnez

El ejemplo de estas jóvenes tunecinas que presentamos abre la esperanza a que las artesanas de los países árabes pueden convertirse en empresarias gracias a la ayuda inicial de los microcréditos.  


Manos de mujer rugosas, bronceadas por el sol y el viento, curtidas por innumerables detergentes, pero ágiles y hábiles; unas manos que hacen maravillas: alfombras, bordados, costura y cerámica muestran la historia y el patrimonio de los diferentes países árabes; el Center of Arab Woman for Training and Research (CAWTAR) los ha recopilado y publicado para rendirles el homenaje que se merecen.

Hemos decidido recuperar varios testimonios de mujeres tunecinas y dejarlas hablar directamente. Representan a las mujeres de la «primavera árabe» que se levantaron contra las dictaduras para defender su dignidad y su libertad

Son artesanas y contribuyen de manera muy significativa a la calidad de vida de sus familias; son de Tozeur, Kef, Kairuán, Sfax o del gran Túnez; todas ellas se han beneficiado de microcréditos –concedidos sobre todo por la ONG Enda en el caso de las tunecinas que presentamos en este escrito– y se han convertido en empresarias y mujeres de negocios. Trabajan encarnizadamente y a menudo alcanzan el éxito, pero en ocasiones encuentran obstáculos de los que hablan con gran valentía. Sueñan con desarrollar sus empresas, pese a sus dificultades, que suelen estar relacionadas con temas de comercialización y de conquista del mercado interior y exterior. Vamos a darles la palabra y a escucharlas:

La primera se llama Meriem, tiene 33 años y vive en Sfax. Dejó de estudiar a la edad de 12 años. En la actualidad fabrica originales artículos para el hogar de yute y algodón.

Trabajó como asistenta en una familia. Según cuenta: «Cuando vi los artículos de cocina fabricados por mi señora, se despertó en mí un fuerte deseo de hacer lo mismo y de ser independiente y autónoma. He encontrado la inspiración en mi entorno de mujer de la limpieza: guantes de cocina, fregona, bolsa para el pan, delantales de arpillera y otros objetos de uso cotidiano que se expusieron en la primera exposición de la microempresa femenina, que tuvo lugar en Estrasburgo del 11 al 17 de noviembre de 2008. Enda la ayudará a mejorar el diseño, la combinación de colores y sobre todo el acabado de los productos, así como a aumentar las ventas.

Meriem afirma estar dispuesta a sacrificarlo todo para triunfar y, sobre todo, quiere ser un modelo de éxito para los jóvenes desempleados de su barrio.

La segunda se llama Nafissa. Es de Tozeur. Abandonó los estudios a los 13 años y comenzó su trayectoria laboral en el tejido tradicional: margoum, alfombras y mantas en las que cuenta la larga historia de su región. Se divorció a los 20 años con dos hijas y una madre, que están a su cargo. Según afirma: «Habría podido ganar más si hubiera sabido el coste real de mis artículos y si me hubiera podido escapar de las garras de los intermediarios, que compran a muy bajo precio para vender luego a precios mucho más altos.

Pudo beneficiarse de los créditos de Enda y ahora Nefissa es jefa de una empresa de tejidos que tiene 8 empleadas, a las que ella misma ha formado.

CAWTAR la visitó tras la revolución. Nefissa confirma que después de esta han surgido nuevos problemas debido a la crisis que atraviesa el turismo en la región, pero tiene confianza en el futuro.

La tercera es de Kef. Se llama Mehria y es una de las pocas personas que conoce todos los secretos de los tintes naturales. Tiene el taller cerca de los bosques donde encuentra las plantas necesarias para su arte. Utiliza esta técnica para hacer chales y pequeñas mantas para bebés. Según dice: «Me gustaría utilizar tintes vegetales para otros artículos, pero se necesita una gran inversión.» La Oficina del Artesanado Tunecino le concedió un primer crédito y luego obtuvo otro de Enda, y con eso pudo darse a conocer. En la actualidad cuenta con 15 jóvenes empleadas y afirma: «Me hacen muchas observaciones sobre la selección de los colores, y siempre estoy dispuesta a cambiar. Mi sueño es fundar una escuela de tintes vegetales para esta región y hacer una película.»

¡Esperemos que esos sueños se hagan realidad!